Tienes
retenido en tus manos
todo
el frío de las navajas.
En
tu lengua de vidrio
se
cortan una por una
las
palabras mías.
Frívola,
un
centro de alma
donde
he congelado
pensamientos.
Donde
el dolor no se percata,
aunque
se sienta
en
la carne viva.
Tu
piel es una caricia de víbora,
entre
los brazos
circula
tempestivamente
mi
veneno preferido.
Y
solo atino a morderte los labios,
rasparte
la boca
promoviendo
el encierro.
Derechos Reservados 2011
Héctor Delaloye Echavarría
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