Desde un principio
supe que te irías,
supe que te irías,
tantas murallas
no durarían
para siempre.
Todo se pierde
algún día,
solo es preciso
que llueva.
Y a ti te vino
en mal momento
cuando mi
soledad acompañabas,
era de noche,
se habían
apagado las estrellas,
sólo un centro
espigado
te quedaba
un temblor
suave
y silencioso.
Yo sabía que
te marcharías
con la naturaleza
bajo el brazo,
llevándote dolores
amarillos,
las sedas consentidas,
aquellas porciones viejas
de mi
alma.
D.R. de autor 2010
de Héctor Delaloye Echavarría
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