Nutrimos destierros,
vamos poblando
las voces
en vocablos
ausentes.
Se nos va la
vida
de
pensamiento en pensamiento,
los rostros
que usamos,
las miradas
que vestimos,
devorados labios.
Nos gastamos
la voz en
vos y voces,
en tú y
otros,
dulces
luciérnagas
que apaga
una última
noche.
Y el tiempo nos
hace
alimento de silencios.
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