Si acaso te dijera lo que siento,
todo esto que contienen mis ojos
y se ciñe fríamente por la frente.
Si te contara de mis sueños,
de aquellos hielos de tu cuerpo
navegando sin piedad por mi alma.
¡Ah! y qué decir de los segundos
embriagados de pena.
De los aullidos de sombras por los
vidrios,
quebradas alegrías
desnudas en la arena.
Si acaso pudiera enumerar mis días
solos,
estos residuos grises de las
mañanas
aromando mi suelo,
clavando sus garras.
¿Vendría tu voz
si te contara de mis silencios?
¿Me abrigarías la piel
si te dijera de mi nostalgia?
Porque no me acostumbro a mis
letras.
A Neruda no lo siento como antes,
Vallejo me seduce con frivolidades
y al pobre Huidobro
lo he matado de tristezas.
Las estrellas no me dicen nada
corriendo mas allá de las
luciérnagas.
Las lágrimas se escapan solas.
Si te contara de mis desgracias,
de mis aves volando sin rumbo,
de tantas ramas despojadas al
viento.
Si te dijera
de las frutas negras en mis ojos,
de las maduras penas,
dime:
¿Vendrías?
¡Ahhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh! ¡Qué hermosa forma de suplicar el retorno del bien amad@!
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