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Mostrando entradas de febrero, 2012

De Todos Modos...

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Habrás de enterarte de todos modos. Sabrás en conclusión lo que siento. Conoces todo desde mi lado. Hasta puedes entrever mis silencios. De alguna manera me controlas aunque me secuestre la distancia. Quizás sea el recuerdo nacido, quizás éstas o aquellas palabras. De todos modos me tienes, en otro plano, por otros tiempos. Cuando muerdo el vaso de la nostalgia me sangra en los labios el invierno. Tú sabes la razón de mis versos, conoces hasta mi último párrafo. Por más que escriba de alegrías me descubres si estoy llorando. Habrás de enterarte de todos modos, no interesa si lo oculta un nuevo día. Sabes que si faltan tus brazos mi cuerpo revela su agonía. De alguna manera soy evidente aunque te mire de soslayo. No conozco ningún mecanismo que me disimule por lo bajo. Lo descubrirás de todos modos, no deseo siquiera ocultarlo. Habrás de enterarte de todos modos. Sabrás muy bien que te amo.

Las Aguas...

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Venid a ver las aguas bañando en oro y plata estas turbias arenas. Sacian una sed que no se nota. Vierten su lejanía en las costas como una lágrima maternal. A diario copulan en lenta agonía hacia el silencio. Las huellas que deja el mar no se borran con el tiempo. Iguales motivos tiene el amor. El mismo viento lo mueve acercándolo a nuestras latitudes. Buscando dolores, inventándonos estrellas. Venid a ver los frutos de este océano abandonados de cara al sol. Esperando otras manos cálidas, otros labios deseados tibiamente.

Soldado...

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FORZANDO límites, quebrando tibios rosales. Bajo hilos de rabia dura por pueblos minúsculos, filoso estallido de metales. Cobrando tributos, lastimando carnes. Llevan tus manos arduos motivos con fuertes costuras y duros legionarios. En tu alma oscuros criter ios, pasmosas locura de inmutable sicario. Arden días como el petróleo mientras circundas los caminos. Paren lástima los niños, se muerden los adultos soportando látigos. Y consumes manos inocentes con tus garras de presidiario. Abrazas pieles nacientes y puras, asignas huestes de bravíos perdularios. Hay que sentir este no/deseo, la soledad que traes como infame. Hay que ver tus huellas oscuras, pisoteando orgullos, salpicando sangre. No conoces de motivos, solo quieres el plomo y lo que el plomo trae. Sigues en tu marcha absoluta, encendiendo antorchas, descuidando flancos. Maldito asesino, vano y mezquino, torpe cabeza de palo.