sábado, 21 de enero de 2012

Me Debes Algo...





ME ESTÁS DEBIENDO algo tú a mi,
en viejo lugar tienes
algún pedido mío.
No sé si lo has abandonado,
si lo has guardado
en tu injusto bolsillo.
Dime ¿qué lo has hecho,
dónde ha quedado relegado?
¿Con cuáles milagros?
¿Por otro motivo?

Yo lo recuerdo todavía.
Nació de mis labios trémulos
como madre dando a luz un niño.
Era como un brote de hierba
tersa y dorada
en un desierto infinito.
Fue una oración de esperanza,
como se espera en un naufragio una balsa,
o solitario en un rincón
se extrañan los amigos.
No conozco de tu tiempo,
tampoco de tus argumentos
o si habrás de cumplirlo.
Pero dame una señal
para saber si lo harías.
Dame la tuya de cal
por las mías de arena que han ido.

Aún recuerdo las palabras justas,
a cada letra en su lugar,
las vocales
en justo sitio.
Pero tú estarás calmando
los pesares del hambriento,
a los débiles de pensamiento,
encerrando ladrones,
condenando asesinos.

Estarás resolviendo otros hechos:
El por qué del inocente muerto
la pedantería que nos invade,
el dolor,
y todo este vandalismo.
Estarás ataviando iglesias,
respondiendo falacias
de mármol y aluminio.

Mi pedido era simple;
para ti algo sencillo.
Suficiente un suspiro,
te bastaba un meñique
para poder eximirlo.
Pero estarás con otras ocupaciones,
escuchando otros sectores,
concentrado en otros sitios.
Y yo quedé en el fondo de tu frasco,
en un atajo olvidado de mi destino.
Me dejaste para lo último,
como un débil cordero
para un lobo hambriento
y mezquino.

Me estás debiendo algo,
algo que fuera presuroso,
que fuera celoso pero sin egoísmo.
Me debes aquel pedido simple
como el aire o la brisa,
como esta tinta que no cicatriza
a todo mi versolibrismo.
No sé si recuerdas,
no sé que has hecho con él,
si lo has escondido.

Dime ahora mismo,
dime si lo cumplirás,
pierdo el tiempo
y no es solo tiempo mío.
He dejado de creer en tu arenga,
en tu sobrevaluada grandeza
de vencido altruismo.
Hace tiempo he dejado de rogar,
de arrodillarme al borde de camas,
no busco sumisión
en falsos símbolos.

Dime: ¿Qué has hecho de mi pedido,
dónde ha quedado relegado?
¿Entre cuáles milagros?

¿Por qué motivo?

viernes, 13 de enero de 2012

Sin Sueño...




Se me ha escapado un sueño
por una grieta triste de la noche.

Y sangran las estrellas lejanas
con un duro y áspero eco.

Me quedo sin pensamiento esta vez.
Soy un sonámbulo sin pena
surcando tierras ausentes de inquilinos.

Corro a tientas en la penumbra
que gotea lentamente sobre mis dedos.

Soy un viajero intenso
que se ha quedado sin camino.
Porque, verás,
al sueño lo quiero,
y el ya no está conmigo.

Ahora es mi alma sola
la que arde como el petróleo.

Necesito aferrarme a la vida,
a la mano de un buen amigo.

Me he quedado con un silencio
que mis latidos trepana.
Brota un recuerdo cotidiano
que diseca mi corazón herido.

Se me ha escapado un sueño,
juro que no encuentro ningún motivo.

Si callo es porque callo,
Si entristezco me canso y extravío.

Tengo miedo.

Sin él nada pareceº lo mismo.


sábado, 7 de enero de 2012

Juguetes Sin Cabeza...





He visto demasiadas flores
muertas torpemente de frío.
A señoras sin sombra que paseaban
simulando buscar al marido que no tenían.

He visto tantos horizontes pálidos
que hoy ya no sé cómo soportarlos.

Hay excesivas nieves acumuladas en mi frente.

He olfateado a la luna sucia
mientras en sueños intentaba olvidarte.
Le he vertido a ella toda mi sangre;
se la he encastrado en las manos
para que se limpie en mis sábanas.

Ya a la noche no le temo, afortunadamente.
Por eso le voy devorando los ojos
cuando me clava su oscuridad en el cuello.

He visto una monja arrodillada
creyendo en el salvador de su desdicha,
En el señor que a cada segundo la llama
para que ella nunca conteste.
La he visto con su vestido pulcro,
su mirada perfecta detrás del muro.

He visto ambulantes desnudos,
sonrisas en cuerpos hacia ninguna parte.
He podido esconder mi alma
en el perdido costado de algún camino.

Hoy habitan silencios por las cuestas
que acunaron mis zapatillas infantes.
Hay sucesos extraños,
paraísos dormidos,
juguetes sin cabezas,
dolores de espalda.

He visto floreros llenos de cadáveres
y tumbas vacías sin ningún nombre.

Ya no soy el de antes y es una pena.

¿Por qué hoy visito pálidos hoteles
donde nadie vive,
y otros corren sin secuelas,
con mochilas sudorosas a cuestas
vagando en los recovecos del destino?

Tan Solo Una...




A este silencio
hoy le está faltando algo.
Tanta prudencia
realmente no resulta fácil.

Si tuviera en este instante tu mano
estaría combatiendo la tristeza.
Estaría inventándome un destino
para poder definir mi traza.

A esta paz le faltan ciertas cosas,
ciertos mínimos respiros.

De pronto el atardecer no me atrae
y provoca desgracias a mi alma.

Dejo en el aire el corazón
como un ave solitaria.
Abro los brazos,
apago los ojos,
dejo escapar un latido.

¿Quién dijo que es buena la soledad?

¿Cruel propósito la decide acaso?

Porque hoy lloran hasta los recuerdos.
Hay demasiado olvido
perdiéndose por las estrellas.

A esta hoja le sobran letras;
en mis labios está faltando un “te amo”.
Las canciones caen como piedras
lastimándome la piel y la carne.

Se marchó el ángel de lata
que me traía los sueños.

De la primavera pasada
gasté hasta el último pétalo.

A este silencio le faltan ciertas cosas.

Yo sé que necesito tan solo una.

No Marches...




¿Por qué será del dolor?
¿Cómo crecen tus púas;
las que no me permiten tocarte?

Solo quiero una elevación de caricias
o un descenso amable de flores.
Es preciso una justificación inmensa
para todo este otoño de sombras.

No te vayas de nuevo
ante el llamado sonámbulo
de las estrellas.
Quiero que sometas mis manos
haciendo que no huyan los pensamientos.
Necesito una ilusión, un silencio.
Habrá tiempo mañana
para buscarle una razón a mis muertos.

¿Por qué te noto en la lejanía
como el letargo del día más duro?
¿Cómo es que la sangre tan bravía
hoy se congela, se endurece
y no arde?

No marches como haces siempre
trozando con insolencia el horizonte.
Perdura otro instante en mis ojos,
                                     otro momento en mi secreto,          
quédate sin tu aliento y déjame conforme.

¿Por qué será del dolor?

¿El por qué
de las inmortales cadenas?

¿Qué razón de ser la de tus espinas?

Qué noche tan eterna.

Tu Misterio...



Siempre quise saber de tu misterio.
Conocer de dónde vienes,
de qué únicos estrechos desiguales
y montada entre cuántos vientos.
Hacia donde irás mañana,
con cuáles compañías de acero.

Conocer la raíz de tu estreno,
la pesada arena de tus litorales cercanos;
alguna respuesta en este silencio.
Saber del sacramento esperado
sobre el cordón fino de tu cuerpo.
Indagar hasta encontrar
al arquitecto de tu estatua.

Siempre soñé con mirarte desde lejos
como un ambulante de estrellas.
Rozarte con batallas aturdidas
crispando la disciplina de tus fronteras.
Formarme borrasca dividida de otoño,
sumirme en una lenta cordillera.
Que alguien arrastre mis ojos
hacia otros destinos
más dispuestos.

Siempre quise saber de tu incógnita,
resumir los trozos de tu alma
que resignaras en los senderos.

Saber de tu inequívoca compostura,
de aquel sabor que manaría de tu alma.

Conocer el afán de tu cama
y el reducto final de tus siembras.

Siempre quise saber de donde vienes.

De qué estuario frondoso brotaste
y en qué suavidad virgen de piernas.

viernes, 6 de enero de 2012

Río Infinito.



Había un río indeleble dentro mío.
Una corriente vanidosa y espigada,
un hilo inmortal de humedades vacías,
de anhelos extraordinarios,
de dolores de alma, de huesos y piernas.

Yo era una zona liberada
apenas difusa, inalcanzable;
una razón de lápida para los muertos.

Llevaba a cuestas una canción
que repetía cada día.
Llevaba un costal de sueños,
esperanzas arrancadas de mil manos,
llevaba a cuestas una espalda
con un débil tormento.

Tronaba mi cauce por las penumbras
y llovía mi carne por el camino.
Era la barranca febril del verano
donde se incendiaban los luceros.
Yo veía las lunas desnudarse
tiritando invisibles madrugadas.

Y de rama en rama,
como el paseo escandaloso de las estatuas
yo también me hacía añicos.
Subía por la desembocadura virgen
que suponen tener los destinos.

¡Ah!
había un río inescrutable dentro de mí.
Era la mano abierta del amigo,
una campana rota,
una copa repleta de vino.

Era yo un río, si.

Infinito.

El Regreso.



He vuelto a ser de tus manos,
de tus ojos,
de cada gota de tu agua.
He vuelto a humedecer tus venas,
a hundirme bajo tu alma.

Volví porque no había nada
que me hiciese estar completo.
Porque de aquellas miradas
solo queda una moción gastada,
un sentimiento opaco,
un gris desconsuelo.

He vuelto por tu corazón,
he regresado a tu sendero.
Volví de pronto una tarde
cuando el sol lloraba un recuerdo.

He vuelto y no hay bienvenidas,
he regresado y no es por consuelo.
Te he visto muy cercano
y he teñido en color tus dedos.

Hieren los segundos el espacio,
arden minutos como fuego.
Se entrelazan las manos,
se hipnotiza mi piel
confundiendo al silencio.

Todo ha vuelto a ser como antes,
hay en mi cuerpo cálido sosiego.
He vuelto a mis noches largas,
a comprar de nuevo los mismos sueños.

Volví a las almohadas blandas
con sábanas sin olores viejos.

He vuelto a ser de tus brazos,
Amor.


He vuelto a ser tu dueño.

Si Te Contara...



Si acaso te dijera lo que siento,
todo esto que contienen mis ojos
y se ciñe fríamente por la frente.

Si te contara de mis sueños,
de aquellos hielos de tu cuerpo
navegando sin piedad por mi alma.
¡Ah! y qué decir de los segundos
embriagados de pena.
De los aullidos de sombras por los vidrios,
quebradas alegrías
desnudas en la arena.

Si acaso pudiera enumerar mis días solos,
estos residuos grises de las mañanas
aromando mi suelo,
clavando sus garras.

¿Vendría tu voz
si te contara de mis silencios?

¿Me abrigarías la piel
si te dijera de mi nostalgia?

Porque no me acostumbro a mis letras.
A Neruda no lo siento como antes,
Vallejo me seduce con frivolidades
y al pobre Huidobro
lo he matado de tristezas.
Las estrellas no me dicen nada
corriendo mas allá de las luciérnagas.

Las lágrimas se escapan solas.

Si te contara de mis desgracias,
de mis aves volando sin rumbo,
de tantas ramas despojadas al viento.

Si te dijera
de las frutas negras en mis ojos,
de las maduras penas,
dime:
¿Vendrías?

jueves, 5 de enero de 2012

Túnicas (De Buena Suerte)



No entiendo sino tus ojos.
Conozco meramente
los límites de tus besos.

Reconcilio mi soledad con los recuerdos.
Produzco un sinfín de añoranzas
anhelando la prontitud de tu cuerpo.

Tan solo te deseo
con este suspiro enamorado.

Soy un brusco silencio
para tanta porfía de noches.

Me he quedado sin estrellas,
la poesía no me lava muy bien
el alma.
Percibo la moldura de los ecos,
por allí busco de ti
nada más que una palabra.

No entiendo sino el corazón.

Todo lo que necesito es amarte.

Y presto atención a la nada,
el infinito me imprime su tiempo.
En las manos hay solo indiferencia,
por los ojos se encadenan
unas perdidas lágrimas.

Prisionero soy de anhelarte,
rebelde por temor a perderte.

Escribo para que me leas,
es mi forma de soportarme.

Para derramarte en papeles blancos
como claras túnicas
de buena suerte.