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Mostrando entradas de enero, 2012

Me Debes Algo...

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ME ESTÁS DEBIENDO algo tú a mi, en viejo lugar tienes algún pedido mío. No sé si lo has abandonado, si lo has guardado en tu injusto bolsillo. Dime ¿qué lo has hecho, dónde ha quedado relegado? ¿Con cuáles milagros? ¿Por otro motivo? Yo lo recuerdo todavía. Nació de mis labios trémulos como madre dando a luz un niño. Era como un brote de hierba tersa y dorada en un desierto infinito. Fue una oración de esperanza, como se espera en un naufragio una balsa, o solitario en un rincón se extrañan los amigos. No conozco de tu tiempo, tampoco de tus argumentos o si habrás de cumplirlo. Pero dame una señal para saber si lo harías. Dame la tuya de cal por las mías de arena que han ido. Aún recuerdo las palabras justas, a cada letra en su lugar, las vocales en justo sitio. Pero tú estarás calmando los pesares del hambriento, a los débiles de pensamiento, encerrando ladrones, condenando asesinos. Estarás resol...

Sin Sueño...

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Se me ha escapado un sueño por una grieta triste de la noche. Y sangran las estrellas lejanas con un duro y áspero eco. Me quedo sin pensamiento esta vez. Soy un sonámbulo sin pena surcando tierras ausentes de inquilinos. Corro a tientas en la penumbra que gotea lentamente sobre mis dedos. Soy un viajero intenso que se ha quedado sin camino. Porque, verás, al sueño lo quiero, y el ya no está conmigo. Ahora es mi alma sola la que arde como el petróleo. Necesito aferrarme a la vida, a la mano de un buen amigo. Me he quedado con un silencio que mis latidos trepana. Brota un recuerdo cotidiano que diseca mi corazón herido. Se me ha escapado un sueño, juro que no encuentro ningún motivo. Si callo es porque callo, Si entristezco me canso y extravío. Tengo miedo. Sin él nada pareceº lo mismo.

Juguetes Sin Cabeza...

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He visto demasiadas flores muertas torpemente de frío. A señoras sin sombra que paseaban simulando buscar al marido que no tenían. He visto tantos horizontes pálidos que hoy ya no sé cómo soportarlos. Hay excesivas nieves acumuladas en mi frente. He olfateado a la luna sucia mientras en sueños intentaba olvidarte. Le he vertido a ella toda mi sangre; se la he encastrado en las manos para que se limpie en mis sábanas. Ya a la noche no le temo, afortunadamente. Por eso le voy devorando los ojos cuando me clava su oscuridad en el cuello. He visto una monja arrodillada creyendo en el salvador de su desdicha, En el señor que a cada segundo la llama para que ella nunca conteste. La he visto con su vestido pulcro, su mirada perfecta detrás del muro. He visto ambulantes desnudos, sonrisas en cuerpos hacia ninguna parte. He podido esconder mi alma en el perdido costado de algún camino. Hoy habitan silencios por las cuesta...

Tan Solo Una...

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A este silencio hoy le está faltando algo. Tanta prudencia realmente no resulta fácil. Si tuviera en este instante tu mano estaría combatiendo la tristeza. Estaría inventándome un destino para poder definir mi traza. A esta paz le faltan ciertas cosas, ciertos mínimos respiros. De pronto el atardecer no me atrae y provoca desgracias a mi alma. Dejo en el aire el corazón como un ave solitaria. Abro los brazos, apago los ojos, dejo escapar un latido. ¿Quién dijo que es buena la soledad? ¿Cruel propósito la decide acaso? Porque hoy lloran hasta los recuerdos. Hay demasiado olvido perdiéndose por las estrellas. A esta hoja le sobran letras; en mis labios está faltando un “te amo”. Las canciones caen como piedras lastimándome la piel y la carne. Se marchó el ángel de lata que me traía los sueños. De la primavera pasada gasté hasta el último pétalo. A este silencio le faltan ciertas cosas. Yo sé que...

No Marches...

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¿Por qué será del dolor? ¿Cómo crecen tus púas; las que no me permiten tocarte? Solo quiero una elevación de caricias o un descenso amable de flores. Es preciso una justificación inmensa para todo este otoño de sombras. No te vayas de nuevo ante el llamado sonámbulo de las estrellas. Quiero que sometas mis manos haciendo que no huyan los pensamientos. Necesito una ilusión, un silencio. Habrá tiempo mañana para buscarle una razón a mis muertos. ¿Por qué te noto en la lejanía como el letargo del día más duro? ¿Cómo es que la sangre tan bravía hoy se congela, se endurece y no arde? No marches como haces siempre trozando con insolencia el horizonte. Perdura otro instante en mis ojos,                                      otro momento en mi secreto, ...

Tu Misterio...

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Siempre quise saber de tu misterio. Conocer de dónde vienes, de qué únicos estrechos desiguales y montada entre cuántos vientos. Hacia donde irás mañana, con cuáles compañías de acero. Conocer la raíz de tu estreno, la pesada arena de tus litorales cercanos; alguna respuesta en este silencio. Saber del sacramento esperado sobre el cordón fino de tu cuerpo. Indagar hasta encontrar al arquitecto de tu estatua. Siempre soñé con mirarte desde lejos como un ambulante de estrellas. Rozarte con batallas aturdidas crispando la disciplina de tus fronteras. Formarme borrasca dividida de otoño, sumirme en una lenta cordillera. Que alguien arrastre mis ojos hacia otros destinos más dispuestos. Siempre quise saber de tu incógnita, resumir los trozos de tu alma que resignaras en los senderos. Saber de tu inequívoca compostura, de aquel sabor que manaría de tu alma. Conocer el afán de tu cama y el reducto final de tus siembras. ...

Río Infinito.

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Había un río indeleble dentro mío. Una corriente vanidosa y espigada, un hilo inmortal de humedades vacías, de anhelos extraordinarios, de dolores de alma, de huesos y piernas. Yo era una zona liberada apenas difusa, inalcanzable; una razón de lápida para los muertos. Llevaba a cuestas una canción que repetía cada día. Llevaba un costal de sueños, esperanzas arrancadas de mil manos, llevaba a cuestas una espalda con un débil tormento. Tronaba mi cauce por las penumbras y llovía mi carne por el camino. Era la barranca febril del verano donde se incendiaban los luceros. Yo veía las lunas desnudarse tiritando invisibles madrugadas. Y de rama en rama, como el paseo escandaloso de las estatuas yo también me hacía añicos. Subía por la desembocadura virgen que suponen tener los destinos. ¡Ah! había un río inescrutable dentro de mí. Era la mano abierta del amigo, una campana rota, una copa repleta de vino. Era yo un...

El Regreso.

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He vuelto a ser de tus manos, de tus ojos, de cada gota de tu agua. He vuelto a humedecer tus venas, a hundirme bajo tu alma. Volví porque no había nada que me hiciese estar completo. Porque de aquellas miradas solo queda una moción gastada, un sentimiento opaco, un gris desconsuelo. He vuelto por tu corazón, he regresado a tu sendero. Volví de pronto una tarde cuando el sol lloraba un recuerdo. He vuelto y no hay bienvenidas, he regresado y no es por consuelo. Te he visto muy cercano y he teñido en color tus dedos. Hieren los segundos el espacio, arden minutos como fuego. Se entrelazan las manos, se hipnotiza mi piel confundiendo al silencio. Todo ha vuelto a ser como antes, hay en mi cuerpo cálido sosiego. He vuelto a mis noches largas, a comprar de nuevo los mismos sueños. Volví a las almohadas blandas con sábanas sin olores viejos. He vuelto a ser de tus brazos, Amor. He vuelto a ser tu dueño. ...

Si Te Contara...

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Si acaso te dijera lo que siento, todo esto que contienen mis ojos y se ciñe fríamente por la frente. Si te contara de mis sueños, de aquellos hielos de tu cuerpo navegando sin piedad por mi alma. ¡Ah! y qué decir de los segundos embriagados de pena. De los aullidos de sombras por los vidrios, quebradas alegrías desnudas en la arena. Si acaso pudiera enumerar mis días solos, estos residuos grises de las mañanas aromando mi suelo, clavando sus garras. ¿Vendría tu voz si te contara de mis silencios? ¿Me abrigarías la piel si te dijera de mi nostalgia? Porque no me acostumbro a mis letras. A Neruda no lo siento como antes, Vallejo me seduce con frivolidades y al pobre Huidobro lo he matado de tristezas. Las estrellas no me dicen nada corriendo mas allá de las luciérnagas. Las lágrimas se escapan solas. Si te contara de mis desgracias, de mis aves volando sin rumbo, de tantas ramas despojadas al viento. Si t...

Túnicas (De Buena Suerte)

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No entiendo sino tus ojos. Conozco meramente los límites de tus besos. Reconcilio mi soledad con los recuerdos. Produzco un sinfín de añoranzas anhelando la prontitud de tu cuerpo. Tan solo te deseo con este suspiro enamorado. Soy un brusco silencio para tanta porfía de noches. Me he quedado sin estrellas, la poesía no me lava muy bien el alma. Percibo la moldura de los ecos, por allí busco de ti nada más que una palabra. No entiendo sino el corazón. Todo lo que necesito es amarte. Y presto atención a la nada, el infinito me imprime su tiempo. En las manos hay solo indiferencia, por los ojos se encadenan unas perdidas lágrimas. Prisionero soy de anhelarte, rebelde por temor a perderte. Escribo para que me leas, es mi forma de soportarme. Para derramarte en papeles blancos como claras túnicas de buena suerte.